Wednesday, November 14, 2012

Dejando atrás México


Después de un buen rato sudando y aguantando la tediosa insistencia de las decenas de niños guatemaltecos que hacen todo lo posible por sacar de quicio al mas paciente de los viajeros en la frontera México-Guatemala, ofreciendo "ayuda" para hacer el papeleo o limpiarte las botas, finalmente estoy en Guatemala y alojado en un bungalow con vistas al lago Atitlan. A este paso me voy a fundir los ahorros antes de llegar a Panamá, pero que cojones, ya que la diarrea me mata lo menos que puedo hacer es expresar mi escatológico arte en un wáter de oro, digo yo.

Entonces, México quedó atrás. Pasé los últimos días en San Cristobal de las Casas, Chiapas, y el albergue para migrantes "Hermanos en el camino", en Ixtepec, Oaxaca. San Cristobal me hizo sentir tan cómodo como en casa, o mas. Tuve la gran fortuna de caer en el Bela Bed&Breakfast. Bela, encantadora americana ex-hippie expatriada amante de los perros y las flores tuvo que marcharse de urgencia a USA por motivos personales, dejando a cargo del hostal a su amiga Tanya, persona brillante como ninguna -brillante en todos los sentidos, pero sobre todo es su corazón lo que mas brilla-.

Con Tanya, Bela B&B, San Cristobal de las Casas.

Uno de los perros de Bela.

Poco mas que fui aceptado como hijo adoptivo en este lugar, en el que varios colibríes se daban un voltio por el jardín todos los días y cuatro -o cinco- perros me recibían calurosamente cada vez que volvía de la calle. El lugar es tan acogedor que ni ganas me daban de salir a la calle, si no fuera porque creo que está penado por ley alojarse en San Cristobal y no salir de la habitación. San Cristobal de las Casas me pareció, en una primera impresión, una mezcla de parque temático y pobreza indígena, plagado de turistas que asolan las cafeterías de tono europeo y las tiendas de ropa fashion mientras intentan escabullirse de las vendedoras ambulantes indígenas y las decenas de niños limpiabotas en busca de un peso para su "tortilla". 

Carlos: "Me da un peso por una foto?"


Es una ciudad arquitectónicamente preciosa -Colonial, iglesias majestuosamente diseñadas por españoles y dolorosamente construidas por esclavos indígenas-, y socialmente un tanto deprimente. La afluencia del turismo, si bien económicamente positiva, revuelve un tanto el corazón receptivo-romántico de un bobalicón como yo. Se siente como una segunda invasión. Los encantos de la ciudad son disfrutados por estos visitantes y por expatriados europeos y americanos, y no tanto por la población descendiente de los propietarios originarios de estas tierras. Es evidente que esto pasa en todo el continente americano, pero por alguna razón es mas patente en San Cristobal. Y si, yo soy uno de esos visitantes, y encima descendiente de los conquistadores. Y si, no me hace sentir muy bien. Y no, no me quita el sueño. Es mas bien esta maldita indigestión-bacteria la que me quita el sueño. 


San Cristobal de las Casas, Chiapas.

Turista comprando, San Cristobal.

Cuidado no se le manche el pantalón, señora.

La consecuencia mas visiblemente atroz de la conquista española la sentí en San Juan Chamula. En la célebre iglesia de este pueblo los descendientes de la desaparecida sociedad Maya encuentran a su dios con la intermediación de santos católicos ataviados con prendas clásicas nativas, miles de velas y la sustitución de los bancos típicos por hierba en el suelo, una costumbre adoptada en algunos días festivos en casas particulares también (Tanya me explicó el por qué de esto pero mi mohoso cerebro no lo recuerda). Entrar en la iglesia de San Juan Chamula no deja indiferente a nadie. Me encantaría mostrar alguna imagen pero el asunto fotográfico no está muy bien visto por los fieles, quienes tienen la creencia de que el alma les es robada con cada foto que les tiran. Mas de un turista ha sido apedreado por no respetar sus creencias. Al margen de que uno considere mas o menos estúpidas estas supersticiones, como extraño invitado en una casa que no es la tuya uno debería respetar las reglas impuestas por su anfitrión. Es como si vienes a mi casa y en vez de cagar en el baño lo haces en la mesa del comedor porque es tu costumbre. Pues como la ley de mi casa dice que cualquier fluido humano se debe depositar en el wáter, si lo haces en otro sitio no se me ocurre otra cosa que darte dos hostias. Pues lo mismo en la iglesia. Si haces una foto te van a dar dos hostias, y bien merecidas que las recibirás. Pero volviendo a la experiencia que viví en la Iglesia. Lo primero que sentí fue que si la función de un templo religioso es acercarte a Dios, esta manera pareciera la mas adecuada. Sin la intermediación del cura, sin la esclavitud del dogma y la celebración cuadriculada que vivimos en la misa católica, la conexión humano-deidad es mas tangible, mas real. La luz de las velas y los rezos en voz alta ayudan a crear esta atmósfera mística. Pero después de un buen rato allí, observando y tratando de esconder mi evidente apariencia de turista gilipollas, algo pasó en mi interior que me cabreó bastante. La fusión de estas dos religiones, Cristiana y Maya, no se dio de manera natural. Hubo una que se impuso a la fuerza, no creo que haga falta mencionar cual. Se impusieron los nuevos templos, también. Se impuso un nuevo Dios. Todas estas imposiciones no me permiten ver la unión de religiones como algo bello, sino como una consecuencia de la avaricia, necedad y carácter malvado de cierta parte de la humanidad. O quizá de toda el género humano, sin excepciones.

Luis Rojas Marcos decía en uno de sus ensayos que si la humanidad no fuera en su gran parte buena el ser humano habría dejado de existir hace mucho tiempo. En el momento en que lo leí rechacé esa idea como algo ingenuo y pueril, principalmente debido a que yo entonces era un adolescente deprimido y cabreado las 24 horas del día, como todo adolescente que se precie. Ahora, con una mente un poco mas racional y menos demagógica, entiendo que el bueno de Luis tiene cierta razón, o al menos su conclusión parece razonable. Al fin y al cabo la empatía es supuestamente una característica puramente humana, o eso dicen. Pero me pregunto si la empatía no viene dada por el sentimiento del "hoy por ti, mañana por mi". Es decir, yo te ayudo para que tu me ayudes cuando lo necesite. Eso no es generosidad, es intercambio de favores. Es como el concepto Cristiano de "Si ahora das, Dios te lo devolverá en el cielo". Osea, dar como forma de inversión. Una especie de especulación moral. Pues bien, buscando el equilibrio he decidido ponerme a la sana tarea de rastreo para encontrar a aquellos que demuestren que la naturaleza humana puede ser también generosa, bien intencionada y afectuosa para con el prójimo. O al menos que lo intenten, coño. Ya he encontrado a varios, pero dos de ellos merecen un comentario especial. Sergio Castro, el doctor de los quemados en Chiapas, y el padre Alejandro Solalinde, fundador del albergue "hermanos en el camino", en Ixtepec, Oaxaca.

Sergio Atiende a un paciente en San Cristobal de las Casas.

Sergio lleva años curando gratis a pacientes en el estado de Chiapas, principalmente en San Cristobal de las Casas. Lo hace porque cree que debe hacerlo, pero principalmente movido por su creencia de que es lo que Dios ha dispuesto para él. A veces no tiene ni para comer. Si no fuera por algunas donaciones en especies que le hacen sus pacientes se iría a la cama sin cenar. A Sergio sí le quita el sueño que uno de sus pacientes no mejore. Por las mañanas hace un tour por los barrios mas deprimidos de la ciudad atendiendo a los pacientes que no pueden desplazarse a su "ambulatorio". Por la tarde atiende a aquellos que se presentan en su "museo". Su clínica es un una exhibición permanente de todo 
tipo de objetos, prendas de vestir y artesanía varia que sus pacientes le han ido donando como agradecimiento con el paso de los años. Sergio habla unos cinco idiomas, y después de un duro y largo día de curación todavía tiene energía para dar tours a turistas americanos explicandoles todos y cada uno de los objetos expuestos en su museo, a cambio de una humilde donación que le ayude a pagar el alquiler y comprar medicinas. Y encima de todo eso, llega un español con bandana, cámara y ganas de hacer un reportaje y él accede pacientemente a repetir el plano de "Sergio saliendo de su casa" porque queda mas bonito con esta luz. No soy yo el único que ha pensado que merece la pena filmar un día en su vida. Ya ha sido entrevistado varias veces y hasta un documental se hizo sobre él. Sin embargo no hay rastro de vanidad en sus ojos.





El otro personaje que visité siguiendo con mi -espero no fútil- búsqueda de personas que le dan un sentido a la existencia de esta especie de mamíferos embarazosos que somos nosotros, fue el sacerdote Alejandro Solalinde. Este padre con un par de cojones decidió abrir hace ya varios años un albergue para atender a los migrantes de todo centro América que se suben a "La Bestia", un tren -varios trenes- de mercancías que les llevan a la frontera con Estados Unidos. Esta gente arriesga sus vidas viajando en el techo de estos trenes todos los días. 

Filmando en el refugio "Hermanos en el Camino"

Algunos se caen y se matan, o pierden una pierna, o las dos. Otros son asaltados por bandas criminales, las mujeres violadas, muchos secuestrados y torturados hasta que les sacan el poco dinero que tienen. Si no tienen dinero son asesinados. Para ayudar a estos desafortunados viajeros se han abierto varios albergues en la ruta de estos trenes. Uno de ellos, no se si el primero, pero ciertamente uno de los que lleva mas tiempo operando, es el albergue "Hermanos en el Camino", gestionado por el padre Alejandro y una serie de voluntarios motivados. Los migrantes pueden descansar, comer y lavarse, todo gratis, durante tres días, y luego continuar camino. Algunos se quedan para ayudar. Las historias que escuché de boca de algunos migrantes son sobrecogedoras. El padre Alejandro está amenazado de muerte por aquellos que hacen negocio gracias a estos viajeros, y dos guardaespaldas le acompañan a todos sitios. El albergue ha sido objeto de ataques varios, incluso un intento de incendiarlo tuvo lugar no hace tanto tiempo. Algunos migrantes desagradecidos roban en el albergue, pero eso no desmotiva a Alejandro y sus ayudantes para seguir currando todos los días, gratis, atendiendo a estas personas cuya vida es conducida por un sueño. Se le llama el sueño americano refiriendose a América como Estados Unidos, pero yo lo veo como sueño americano porque pertenece a los ciudadanos americanos, desde Mexico hasta el sur del continente. El sueño de llevar una vida mejor, y arriesgarse a la muerte persiguiendolo. Me río ahora cuando me dicen que cómo no tengo miedo de viajar en moto. Viajar en "La Bestia" es lo que me daría miedo. El padre Alejandro es el cura menos católico que he conocido -y conozco multitud de ellos-, porque realmente es fiel a las palabras de Jesús. No es de sorprender que ya haya tenido problemas con la Iglesia. A diferencia de los misioneros que llegaron a este país a romper cabezas con las tapas duras de los evangelios, Alejandro usa la Biblia como su motivación para ayudar a los que le necesitan. Le pregunté que si seguiría haciendo lo mismo si un día descubriera, hipotéticamente hablando, que Dios no existe y que la Biblia es un cuento chino. No fue capaz de responderme pues no puede siquiera imaginar esa posibilidad. En mi opinión y desde un punto de vista práctico, da igual. Existiera o no Jesus, este hombre dedica su vida a ayudar a otros, y eso es lo importante. 



Desde un punto de vista mas teórico, me gustaría averiguar que mueve a un hombre que no cree en Dios a dar su tiempo a extraños, si es que este hombre existe. En mi búsqueda he encontrado, de momento, gente buena, conducida su bondad por creencias religiosas. Si bien en la práctica es indiferente las razones que mueven al buen samaritano, cuando son de carácter religioso no son válidas para demostrar la supuesta naturaleza generosa del ser humano para con sus congéneres. En otras palabras: Daría un ateo su vida y su tiempo para ayudar desinteresadamente a extraños? Hay en el mundo algún Alejandro Solalinde o Sergio Castro que no crea en ningún dios?

Y con esta pregunta me retiro a sufrir un rato más de mis desgraciados intestinos. Desde el Lago Atitlan en Guatemala, estas fueron las reflexiones de media mañana de Don Solaris.


El doctor de San Cristobal, Sergio Castro.

Un paciente de Sergio.
El San Cristobal de las Casas que no ven los turistas.

Curando gratis.


Esos tacos no me han sentado demasiado bien, guey.



Reunión de voluntarios en "Hermanos en el Camino"

La hora del almuerzo en el Albergue.
Ese café no estaba nada mal.
Demasiado grande la cámara para pasar desapercibida.
Cuando hay hambre, comer es lo mas importante.

Lupita, voluntaria en "Hermanos en el Camino"




Escuchando a Tony cantando "México"

Un sueño al final de las vías.



"Feliz viaje y pronto retorno" 
Con Tony, llegó en el tren y se quedó.

Roro descansando en el albergue.

Que enorme corazón tiene este hombre.

Misa sólo para los que deseen asistir, sin presiones.


Juan Carlos, super currante en el Albergue. Y además hace un café espectacular.


Yo no lo habría expresado mejor:

                                      

6 comments:

  1. Muy bueno tu blog, y grandes palabras las del Sacerdote Alejandro, seguro te llegaron sus palabras, suerte y adelante.

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    1. Gracias Kaztiyo! Si, un gran hombre Alejandro.

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  2. lo que ocurre con el albergue de hermanos del camino es cómo una metáfora de lo que ocurre a gran escala en el mundo. Cuando perjudicas los intereses económicos de unos pocos con acciones que están beneficiando a una mayoría, vienen a quemarte el albergue...

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    1. Gran razón tienes nolela. Gracias por leerme y comentar.

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  3. Primo ya hablaremos de tus fantasticos encuentros...este comentario es simplemente para preguntarte...¿como se te ocurre ir por el mundo sin el fortasec????????? eso es lo primero que se mete en la mochila!!!!!!!! jajajaja

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    1. Ya aprendí la lección... si es que hacía mucho tiempo que no viajaba!

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