Friday, March 15, 2013

Vida después de Ushuaia


En época medieval se tenía la idea de que el fin del mundo llegaba cuando se alcanzaba la linea del horizonte, y al ser el mundo plano, los barcos caían a una especie de abismo cósmico. Hoy en día uno llega al fin del mundo y no se cae a ningún agujero, y ni mucho menos perece en la negra inmensidad de la nada. El fin del mundo, también llamado Ushuaia, es una ciudad muy mona al mas puro estilo suizo, rodeada de pintorescas montañas nevadas por detrás y la bahía de no se qué por delante. Al ser el centro urbano situado mas al sur del continente y puerto de salida para la Antártida, se ha convertido recientemente en un destino turístico visitado anualmente por cientos de vagos sedientos de avistamiento de pingüinos y viajeros moteros/bicicleteros que vienen, en la mayor parte de los casos, del otro extremo continental. Ushuaia no tiene mas interés que otra ciudad bonita de la Patagonia argentina. 
Que mono, con lacito rosa incluido.

Absurdamente cara y repleta de tiendas de souvenirs donde uno encuentra la felicidad si el objeto mas preciado de su vida son los pingüinos de peluche con lacito rosa anudado al pico, no sorprende que el sentimiento generalizado de los viajeros cuando arriban a sus costas no sea otro que una desolación y un vacío espiritual que ningún asado mojado en Cabernet puede llenar. Amigo lector (y digo amigo porque quién en sus cabales leería esto si no me tiene cierto afecto), amigo lector no se asuste, este no será el típico post aburrido que relata una vez mas las bondades del viaje y la tristeza del viajero al llegar a la meta. Queda dolorosamente confirmado al llegar a Ushuaia que lo importante es el camino y no el destino, así que no me explayaré mas sobre el tema.

Escribo estos párrafos en el Ferry que me está transportando a Puerto Montt, en Chile, desde Puerto Natales en la Patagonia. El objetivo de usar este medio de transporte es principalmente ahorrarme cuatro días de rodada congelandome el culo y luchando contra los terribles vientos del sur de la Argentina. 

La Bahia de Ushuaia, a unos 1000km de la Antártida.

Como buen y lamentable burgués que estoy hecho pensé que me vendrían bien cuatro días de no hacer nada y dejar que me alimenten mientras Roro es plácidamente transportada en una bodega unos 3000km que de otra forma tendría que asumir quemando nafta y goma. Y ya no le queda mas goma que quemar pues la rueda trasera, después de mas de 25.000 kilómetros, está mas lisa y suave que el culo de un bebé después de la aplicación de los consabidos polvos de talco. Zarpamos ayer por la noche. Este es un barco grande, no tanto como una de esas bestias de lujo de la Transmediterranea pero sí lo suficiente como para albergar a mas de mil mochileros malolientes y familias algo más preocupadas por la higiene. Nos alimentan como a ganado humano, hacemos cola para recibir el rancho diario cuando un timbre suena por los altavoces. El abrevadero hace las veces de cine y sala de charlas, donde supuestamente se darán conferencias sobre la naturaleza patagónica y los animalitos que la pueblan. Tal es el afán de entretener a las ovejas que el pastor ha organizado hasta una noche de karaoke. Me muero por cantar la de "Por el amor de una mujer", de Julio Iglesias, mientras dos pasajeros preferiblemente de raza asiática roncan pretendiendo escucharme. No es racismo, es la imagen que se me viene a la cabeza cuando pienso en karaoke, tópico lamentable pero basado, como todos los tópicos, en una realidad. 

Fue durante la ingesta de lo que irónicamente llaman almuerzo aquí, que se me ocurrió algo. Estaba hojeando una de estas revistas insustanciales que envenenan al lector con chismes de Hollywood y tediosas crónicas sobre el último estreno del Peter Jackson, el tipo que amasa fortunas llevando al cine los soporíferos libros de Tolkien, cuando mi mano se detuvo en una de las hojas al ver una foto muy pequeña de un momento del rodaje de "The Shinning". Stanley Kubrick y Jack Nicholson trabajando. Y ya está, me jodió el día. Viendo a estas dos personas, y sobre todo a Stanley a quien admiro profundamente, se me rompió el equilibrio causado por la ebriedad intelectual que la pasividad que un viaje en barco de este tipo causa. 

Mi cerebro, convertido en anquilosada ameba putrefacta vuelve a la vida y me saca del paraíso de la vagancia mental en que tan ricamente me había sumido desde ayer por la noche. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que no me importa tres cojones toda esta gente que devora con fruición el anodino filete de lomo con arroz que el malvado cocinero nos ha obsequiado hoy. Casi todos están visiblemente excitados y alegres, inmersos en conversaciones que deben de ser muy divertidas pues ríen constantemente. El único aburrido de la fiesta es aquí Don Solaris. Será la depresión post-viaje? O que la Roro está ahí abajo en la bodega y me siento solo? O quizá sea algo mucho mas simple: que estoy en este barco cuando donde me gustaría estar es en el rodaje de "The Shinning", trabajando mano a mano con Stanley y Jack Nicholson?


The Shinning.

Todos admiramos a alguien. Desgraciadamente el estándar de admiración ha cambiado en los últimos diez o quince años, no siendo los logros culturales o científicos una medida a tener en cuenta ya, sino mas bien las idioteces y trivialidades del gilipollas de turno que sale en la televisión. Cuanto mas idiota, mas venerado es. En esta exaltación de la subnormalidad es que vivimos en esta primera mitad del siglo XXI, lo que me provocaría cierta vergüenza si no fuera porque yo no decidí ser parte de esta raza que llamamos humana. Si nos visitan los aliens y se descojonan de la risa viendo como el fútbol afecta el ánimo de millones de seres, no es mi problema. Además seguramente los marcianos también tienen algún tipo de deporte imbécil con el que se entretienen los Domingos. 

En estos cuatro insulsos días de asueto marinero he tenido bastante tiempo para pensar en mi viaje. Si bien es demasiado pronto para sacar conclusiones del tipo emocional-romántico, el terreno práctico ha sido bastante mas fácil de analizar y ya puedo elaborar un listado de lo que he aprendido y de las meteduras de pata de motero amateur que soy. Entiendase amateur como alguien que sólo se ha recorrido el continente Americano de Este a Oeste en la parte de Estados Unidos (Nueva York-Los Angeles) y de Norte a Sur (Nueva York-Ushuaia), recorriendo una distancia total de unos 50.000 kilómetros:

1- Menos es mas. Es decir, menos peso. Realmente necesito un saco de dormir que aguanta 50 grados bajo cero? Cuatro botes de lubricante para la cadena? Cuatro cámaras de repuesto? Herramientas suficientes para desmontar el motor del transbordador espacial?
Tiendo a pensar, cuando salgo de viaje, que me voy siempre a un lugar tan remoto en la tierra que si se me acaba la pasta de dientes estoy jodido. En América, en todo el continente incluso en las partes mas remotas de la Patagonia, se encuentra pasta de dientes, y lubricante de cadena, y bombillas, y material de camping. Cuando se acaba el bote se puede comprar otro. Es raro pinchar dos ruedas en el mismo día, así que cargar con cuatro cámaras de repuesto es una locura. Inflador eléctrico y manual, por si se rompe el eléctrico… demasiadas precauciones, creo que no compensa. Cada gramo es importante, y hay que llegar a un equilibrio entre minimizar riesgos y cargar con mas mierda que un escarabajo pelotero. Ni tanto ni tan poco.

2- Empacado del material de video y fotografía: La cámara y el trípode deberían estar siempre en un lugar accesible, aunque eso suponga un mayor riesgo de pérdida del material por accidente o robo. Es absurdo llevar una EOS 5D y lentes por valor de 7000 dólares si luego tomo la mayoría de las fotos con el puto Iphone porque lo tengo mas a mano. Una bolsa sobre el tanque de gasolina donde llevar lo que mas utilizo sería una buena solución, pero tal y como está la Roro hecha el tanque no da para muchas libertades de carga. Lo que me lleva al siguiente punto:

3- Una moto "Custom", como se le llama en España, o "Cruiser" como se le llama en USA, o "Chopera" como se le llama en Sudamérica, es perfecta para las carreteras bien pavimentadas de un país como Estados Unidos, pero es una limitación en países en donde se alcanza lo mas interesante por carreteras de tierra, ripio, terracería y demás agresiones a las pobre ruedas de mi Vulcan 500. No es que no pueda rodar por esas pistas, es que no las disfruto. La constante preocupación de que algo se rompa, la vibración extrema por una amortiguación no preparada para eso, unas cubiertas extremadamente resbaladizas… 
En Estados Unidos uno coge un mapa, elige la carretera mas local que encuentra, que te lleva a pueblitos abandonados fascinantes, y puedes estar seguro de que estará perfectamente pavimentada y que nunca te quedarás sin gasolina. No se puede decir lo mismo de Bolivia, Perú o Argentina. Una de las cosas que me revienta de viajar es el encuentro permanente con mochileros, turistas y familias veraneantes. En mi viaje por Estados Unidos de océano a océano me encontré con muy pocos turistas. En Centro y Sudamérica es muy difícil librarse de las hordas de domingueros que asolan todo pueblito que la guía Lonely Planet menciona, y los maricones del Lonely Planet han estado en casi todos sitios. La única manera de librarse de estos seres humanos ruidosos y molestos es aventurarse por caminos que no hacen tan sencillo el transporte del ganado europeo-gringo. Para ello es importante usar una herramienta pensada y fabricada para trotar por estos caminos. Mi Roro será siempre mi moto para viajar por Norteamérica, donde uno puede huir de la gente rodando por carreteras perdidas pero civilizadamente pavimentadas. Pero para otros terrenos… necesitaré otra máquina.

4- En última instancia de lo que se trata es de disfrutar, porque nadie me paga por esto (de momento…) Sufrir es parte de la aventura, y como tal es un sufrimiento agradecido. Cuando la moto se te cae en el barro la primera semana de viaje hasta puede que te rías. Cuando se te cae en el quinto mes de viaje te cagas en todos los muertos del que inventó el motociclismo. Es conveniente no cagarse demasiadas veces en nadie, porque eso es signo inequívoco de que algo va mal y que la experiencia está siendo mas dolorosa que otra cosa. El cabreo cierra las puertas de la percepción, y se deja de aprender. Y entonces sí que no tiene ningún sentido seguir visitando lugares nuevos que no llegarás a conocer porque tu receptividad está en, como decía mi padre cuando de niño me enrabiaba, en "output only". No es que me esté pasando esto ahora, pero sí ha habido momentos que me he dado cuenta de que estaba muy cerca de entrar en el modo "output only". Lo que he aprendido es que o bien uno le da al interruptor y cambia el modo, o mejor te vuelves a casa. Y esto me lleva al último punto:

5- Cinco meses de viaje es demasiado tiempo. Llega un momento, y esto obviamente depende de cada cual, que uno empieza a estar hasta la polla de dormir en el suelo o en camas de hostales cutres. De comer mal. De conversaciones típicas con otros viajeros -a donde vas, de donde vienes- De no ver a tus amigos, a tu familia. De no tener una tarde de no hacer nada en casa. En fin, de no vivir una vida medio normal. Entiéndase que es precisamente la vida medio normal de la que estaba huyendo cuando comencé mi viaje. La burbuja de la comodidad, del sofá y de la tele. Esa burbuja mata, lentamente, pero antes o después acaba con todo. Pero viajar constantemente también mata. El equilibrio es lo único razonable, y creo que mas de tres o cuatro meses en la carretera rompen un poco con ese equilibrio. Cuando uno empieza a echar de menos su casa quizá sea el momento de volver. Cuando uno empieza a echar de menos la carretera quizá es el momento de arrancar la moto y largarse. Encontrar el equilibrio es una tarea inmensamente mas dura que llegar a Ushuaia, pero no creo que sea imposible.
Roro, cargada como siempre hasta arriba, en Tierra del Fuego.

Terminado el listado y reflexiones de lo que he aprendido en este viaje, (vendrán mas, porque todavía me quedan dos días de navegación hasta Puerto Montt) ahora me dan ganas de bajar a la bodega a ver como está mi querida Roro, pero temo que me de pena verla ahí atada y tener que subir con su imagen en mi cabeza a la sala de borregos, perdón el "cafe-lounge" del puente de estribor. He confirmado que cuando estoy triste o de mala hostia, o ambos estados a la vez -lo que es frecuente- se me pasa instantáneamente cuando me subo a la moto. Es como una terapia de choque pero mas intensa. Incluso si llueve y me estoy abriendo paso por infinitos charcos llenos de barro, como me pasó a la vuelta de Ushuaia, no es cabreo ni frustración lo que siento. Puede ser incomodidad, frío, puede que me cague en los mil muertos del fabricante de esta chaqueta que debería ser resistente al agua y siempre gotea por dentro en el lado izquierdo. Puede incluso que se me lleven los demonios cuando me tengo que quedar a dormir en medio de la nada porque la única gasolinera en 300km a la redonda se ha quedado sin combustible. Pero es otro tipo de sentimiento, muy distinto al que me embargó hoy durante la comida, cuando vi la foto del rodaje de "The Shinning", y a Kubrick trabajando. La bofetada en la boca que es darse cuenta de que uno no está en el lugar donde debería estar, eso es lo que me frustra. Es sólo cuando ruedo (con la cámara) o edito mis trabajos, y cuando ruedo encima de la Roro que siento que estoy donde debería estar. Tiene gracia que ambos momentos sean definidos con el verbo "rodar". Rodar, opuestamente a permanecer parado. Rodar como sinónimo de hacer, de mover, de crear. De vivir, supongo. Rodar como lo opuesto al aburrimiento, como aquello que me da vida, que le da un sentido a mi minúscula existencia. 

Cuando describo a los demás pasajeros y a los turistas varios como ganado lo más fácil es tacharme de elitista gilipollas. Gilipollas si, estoy de acuerdo, pero no elitista. Un elitista piensa que él es mejor que los demás. A mi sencillamente me aburre la gente, como grupo indefinido, como masa informe de huesos y carne. Las personas no me aburren. La gente me parece idiota, pero amo a las personas. No espero que esto se pueda entender, no lo entiendo ni yo. Al fin y al cabo yo soy el mejor ejemplo de esta paradoja emocional: me amo con locura a mi mismo a la vez que no me soporto. Ayer, aburrido, me puse a ver fotos en el Ipod, este aparatito que sirve para todo especialmente para convertir nuestras neuronas en material de deshecho. Me paré a observar una que me mando mi madre de cuando era bebé. La expresión de mi rostro me encanta, es el Don Solaris antes de que el mundo se le eche encima. Con un corazón todo blandito, antes de la costra que se hace ahí, entre ventrículo derecho e izquierdo, cuando uno crece. 
Don Solaris sujetando el manillar de una moto imaginaria.

Será por eso que la gente tiene hijos? Una vez que el corazón se ha endurecido tanto que ya no se tiene acceso a él, qué mejor que tener un hijo que se parece a ti y te recuerda que tu también fuiste blandito y sin costra ventricular un día hace muchos años? Parece que todo el mundo se ha puesto a procrear últimamente. Casi todos los días recibo una noticia de algún amigo que activamente se ha puesto a manufacturar una de estas criaturas. A veces me dan ganas de hacer lo mismo. Pero el precio es tan alto que dudo de si merece la pena. Por no hablar de lo cruel de traer a un niño a este mundo, pero ese discurso está tan manido que me aburre hasta escribir sobre ello, y este post ya es suficientemente aburrido. A ver si me caigo de la moto o pincho o me aplasta un camión y puedo escribir sobre algo un poco mas entretenido la próxima vez, aunque sólo sea para entretener a mis colegas moteros, a los que dicho sea de paso debo mi energía para escribir todas mis tonterías pues a parte de familia y algún amigo despistado son los que pacientemente me leen cada vez que escribo algo.

Vida después de Ushuaia, es el título de este post. Y ahora qué? No deberían dar la felicidad los sueños una vez cumplidos? No será que los sueños, como decía Calderón, sueños son y como tal deberían permanecer? Y si, al perseguirlos, uno es duramente castigado con la infelicidad, pues al cumplir un sueño se rompe con una especie de balance universal del cosmos? Quizá debería quedarme en casa viendo la tele, y dejar mis sueños aparcados, pues mientras sigan ahí, sin hacerse realidad, será mas fácil ser feliz.

Pensandolo bien, que le den por culo al balance universal, al cosmos y a la felicidad. La Roro es muy exigente, y el día que deje de perseguir mis sueños me dejará por otro. Y eso si que no.


Llegamos.
A 100km de Ushuaia, un verdadero paraíso.





















El Estrecho de Magallanes. Al fondo, Tierra del Fuego.

Llegando a Ushuaia.

Un delfín.


Clase de nudos marineros en el Ferry...

...Para ahorcarte cuando ya no aguantas mas tonterías.
La sala de control del Evangelistas



Un café caliente para el frío Patagónico.

La proa del Ferry de noche se parecía mas a una nave espacial que a un barco.

Nunca vi tanta cámara junta.








Valaparaiso, otra vez será.



Llegué a España sin darme cuenta a través de una puerta espacio-temporal.


Vida después de Ushuaia?







13 comments:

  1. me ha encantado!! uno de tus mejores post....hay vida? yo te cuento si la encuentro en poquito, poquito...espero que podamos vernos más adelante y comentar la jugada, podremos emborracharnos y descojonarnos y hablar de lugares remotos, decir cosas absurdas sobre los paisajes, cagarnos en el ripio (aunque nadie lo entienda) y pensar a dónde ir la próxima vez.
    Lo que está claro, es que viajar junto a alguien, aunque sean pocos días, une en alguna manera.
    Un abrazo, que tu llegada no sea muy brusca...suerte! y un beso!

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    1. Ya puedes contar con ello, en España o donde sea pero eso está hecho! No creo que andes ya por Buenos Aires pero yo llego el 19, si todavía estás por alli (ashá) sería genial, no nos dio tiempo a hablar de nada en el arcen ese antes de que se pusiera a llover... por cierto la que me cayó a la vuelta de Ushuaia. Viajar une y mucho, debe de ser el peligro compartido de estar siempre a punto de ser aplastado por un camionero pirao... Un beso niña, cuidate!

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  2. me ha encantado!! uno de tus mejores post....hay vida? yo te cuento si la encuentro en poquito, poquito...espero que podamos vernos más adelante y comentar la jugada, podremos emborracharnos y descojonarnos y hablar de lugares remotos, decir cosas absurdas sobre los paisajes, cagarnos en el ripio (aunque nadie lo entienda) y pensar a dónde ir la próxima vez.
    Lo que está claro, es que viajar junto a alguien, aunque sean pocos días, une en alguna manera.
    Un abrazo, que tu llegada no sea muy brusca...suerte! y un beso!

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  3. Amigos despistados? Me parece un excelente adjetivo calificativo para mi. Se me ocurren mil mas q no vienen al caso. Segura estoy que en esa mente, fabrica de sueños, que tu tienes, ya se esta formando no uno, sino muchísimos sueños a por cumplir. Y de la felicidad no te preocupes, esa siempre esta allí. Un abrazo y feliz retorno a casa.

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    1. Gracias Paola! Por cierto que es posible que vuelva a Antigua pronto, ya te contaré... besos!

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  4. Don Solaris: Te importa prestarme algunas de sus frases? Las usaré con decora mención del autor ;)

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    1. Ninnish te presto todas las que quieras, aprovecha que son gratis! Gracias por leerme!

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  5. Amigo Don,
    Aunque no te conozco, me permito la libertad de llamarte amigo por haber sido capaz de llegar hasta aquí sin dejarme ni una sola coma de tus posts.
    Cuánta razón tenías al decir que este post nos gustaría!! Es brillante!!! "De lo más mejor" que se puede leer por las redes motoviajeras (y créeme, las leo casi todas!).
    Algunas de tus reflexiones me han tocado la fibra aunque no puedas entender por qué. No importa, sólo quiero agradecerte que me dejaras acompañarte en tu viaje interior, aunque hasta hoy lo haya hecho en silencio y sin hacer ruido para no entrometerme en esta relación tan íntima de amor y odio que tienes con Roro y contigo mismo.
    Por citar una, hoy me quedo con "El cabreo cierra las puertas de la percepción, y se deja de aprender".
    No dejes de "rodar", amigo!! Llegaste al fin del mundo con una preciosa vulcan 500 que ha sido capaz de cargar contigo y tus cosas (jajaja... menuda carga llevas!!!). Explotó esta burbuja pero seguro que tardarás muy poco en soplar la siguiente y llenarla con un nuevo sueño motoviajero, quizás gestado en un sofá delante de la tele, que te llevará al camino del equilibrio... o tal vez no, pero qué importa eso?? Sólo espero que nos lo sigas contando
    Gracias, gracias, gracias!!!!
    Lídia

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    1. Gracias a ti Lidia por leer mis historias y por comentar, me hace sentir muy bien saber que lo que escribo le llega a alguien. Y sin duda seguiré contando mis viajes y todo lo que se me ocurra, ahora con mas razón sabiendo que al menos hay un puñado de gente que saca algo positivo de mis relatos. Un abrazo fuerte!

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  6. sólo por ver esos paisajes...merece la pena llegar a Ushuaya desde dóde sea. Es increible, alucinante, Toll! que diría un alemán

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