Tuesday, March 5, 2013

A un tiro de piedra de Ushuaia


Bueno, en realidad a 590 kilómetros. Pero después de haber recorrido unos 25.000 en los últimos cinco meses, 590 se sienten como mas cerca que la panadería de la esquina, allá donde de niño era enviado para comprar el pan y lidiar con Chema, aquel gilipollas de panadero que me hacía la vida imposible. Era aquella la época en que, a parte de ir a por pan, me pasaba horas hojeando el mapamundi de la enciclopedia de mis padres. Me fascinaba imaginar esos remotos lugares, y en un flash de romanticismo temprano soñaba con esos nombres que tan misteriosos me parecían: El estrecho de Magallanes… el Cabo de Hornos… la Tierra del Fuego… Ushuaia. No podía ni imaginar que algún día, 30 años después, estaría a un día de viaje de Ushuaia después de haber viajado en moto por todo el continente Americano.  Sobre todo teniendo en cuenta que tan sólo ir a la panadería del necio de Chema ya suponía un largo periplo para mis infantiles -y vagos- pies.


Será un día duro sin embargo: dos cruces fronterizos (la isla de Tierra de Fuego está compartida entre Chile y Argentina), mas de 100 kilómetros de ripio -esas putas piedritas que tan agradable hacen el camino- y un ferry para cruzar el Estrecho de Magallanes que no tengo idea de a las horas a las que sale ni lo que cuesta. Es posible que se me haga tarde y tenga que hacer noche en el camino, pero intentaré echar los higadillos y llegar antes de que anochezca. 

Es increíble que esté tan cerca del final. En realidad no es el final claro, pues todavía faltarán como 3000 kilómetros para ir rumbo norte de vuelta a Santiago de Chile (o Buenos Aires), donde montaré a la Roro y a mi menda en un avión que nos lleve de vuelta a casa. Pero no obstante lo interiorizo como el final, el sueño finalmente cumplido de recorrer el continente Americano de Norte a Sur (la parte de Canadá y Alaska la dejaré para otro vez). Una mezcla de sentimientos encontrados van a ser los culpables de, posiblemente, el par de pesadillas que me visitarán esta noche. Aunque racionalmente soy consciente de que todo en mí debería ser jolgorio y alegría por vencer las adversidades que un viaje de este tipo siempre conlleva, y estar orgulloso de mi mismo por afrontar el desafío y lograr llegar al destino propuesto… no puedo evitar sentir una cierta tristeza al imaginar el fin del camino. El fin de la carretera es el fin de todo lo que significa viajar, de las intensas experiencias que uno vive en la ruta. Es un tópico aburrido decir que lo importante no es el destino sino el viaje, pero no por eso menos cierto. Y cuando se acaba la carretera, se acaba el viaje, se acaba lo bueno y uno debe volver al tedio de la vida sedentaria. Vida que por supuesto echo de menos y mas feliz que una perdiz estaré cuando por fin pueda dormir en mi tan añorada cama, pero estoy seguro de que no pasará un mes hasta que empiece a soñar con el próximo viaje. Que coño, ya estoy soñando con el próximo viaje. 

En cualquier caso todo esto no es mas que palabrería pues no he llegado todavía a Ushuaia y no se lo que sentiré ni lo que se me pasará por ésta tan bella como enferma cabeza que tengo. No tengo internet en este cutre y estúpidamente caro hostal donde estoy escribiendo, así que no habrá fotos en este post. Mis disculpas. Espero sólo que la gasolinera donde pare mañana antes de salir de esta ciudad tenga un Wi-Fi decente como para subir este aburrida misiva tan falta de esa ironía, chistes baratos, referencias a series ochentenas de televisión y adjetivos ingeniosos que caracterizan mi escritura. 

Si todo va bien la próxima vez que escriba será desde la Tierra del Fuego, ciudad de Ushuaia. Me cuesta creer que esté tan cerca del fin del mundo. Pesadillas, sean ustedes benevolentes conmigo esta noche. 


Llegaremos hoy?

3 comments:

  1. Vuelvo a estar de acuerdo, Chema era un gilipollas. Te queda lo más difícil, volver, suerte en ello. Abrazo

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  2. enhorabuena Petán. Bien hecho, suba un punto a final de curso.

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  3. Enhorabuena por disfrutar asi de la moto y de la vida!

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